Está mañana, sobre la misma roca, estaba otra vez la gaviota que llevo viendo todos los veranos. Realmente no sé si es la misma, pero su mirada perdida en el infinito me anima a pensar que si lo era. Tal vez un alumn@ de Juan Salvador Gaviota, aquella gaviota que aprendió las leyes de la aerodinámica y de la vida. Sus conocimientos le llevaron a ser un proscrito en la bandada que se basaba en la mediocridad, pero que importaba...!!!
Tal vez era descendiente de la gaviota que nos describe Julián Marchena, en su poema "El vuelo supremo" y que aspiraba a morir en un peñón abandonado, cuando sintiera su corazón cansado, con las alas abiertas para el vuelo...
Lo más seguro es que la identidad de la gaviota sea fruto de mi imaginación, pero que más da...!!!
La gaviota está allí todas las mañanas con la mirada perdida
Hoy también
sobre la misma roca
¿La misma gaviota?
He leído varias veces tu texto sin saber qué escribir pero de pronto me ha venido a la memoria el mito del eterno retorno que, entre otros, expresó Nietzsche. Vuelves cada año al mismo momento que revela la gaviota, en una infinita repetición que te lleva a revivir ese preciso instante en que el ave con mirada perdida observa el horizonte. No es Juan Salvador Gaviota, ni descendiente de la que imaginó Julián Marchena, eres tú mismo por esa fusión zen de sujeto y objeto. Eres ella, estás en ella, y ella es tú, y revives esa transformación cada verano infinito en que la contemplas en una sucesión que no tiene final. Un saludo.
ResponderEliminarSiempre me he identificado con las gaviotas. Viven entre esas dos inmensidades azules que atraen toda la vida,mar y cielo. Muy posiblemente tengas razón...😏
ResponderEliminarUn abrazo