Nube y Agua

Nube y Agua
El desapego de las nubes...la humildad del agua

miércoles, 2 de marzo de 2016

El necesario impermeable






   - ¡Hijo puta!
   - ¿Hijo puta yo?¡ puta lo será tu madre!

   ¿ A que hemos vivido alguna vez esta escena, incluso en propias carnes?
   Cuando era un mozalbete este insulto me hacía saltar como un resorte y le devolvía al insultante su misma medicina, ¡qué se habrá creido!.
   Con el tiempo empecé a pensar, que mi madre, que tenía virtudes y defectos, no se había dedicado nunca a la prostitución, por mucho que alguna vez me lo haya oído.Es más, el que me lo decía en la mayoría de los casos no era biógrafo de mi madre. De hecho ni la conocía, por lo que ese insulto empezó a resbalarme hasta que llegó un momento que ni lo oía.
   Pero no hace falta insultar para ofender. Basta con que se ataque a "mis" ideas, con poner en duda "mis "creencias, con criticar a mi familia, (con la que todavía no me he peleado, a la otra "que le den").
   Me llama especialmente la atención lo que ofende el poner en duda "mis" creencias. Por deficnición una creencia es suponer como cierto algo que realmente no puedo demostrar que es cierto. Cuanto menos racional, cuanto más increible sea algo, con más ahinco se defiende, más facilmente me ofende que otro no lo vea como cierto y no digamos ya si se burla de mi creencia, entonces ¡me injerto en pantera¡ Y no me refiero sólo a creencias religiosas, (¡que tienen lo suyo!), me refiero a creencias económicas, políticas, sociales, deportivas... De hecho es que los humanos a lo largo de la historia no hemos matado salvajemente por ellas y me temo que lo seguiremos haciendo con gusto en el futuro.
   Lo que me he fijado, es que la palabra clave, parece ser "mi" o "mis". Si atacan a las creencias de los demás me importa un rábano, (de hecho pienso  que hay que ser mentalmente muy corto para creer lo que se creen). O sea, lo que dispara la ofensa no es el ataque a la creencia, si no a mi ego. Mi ego, además de ser la persona más importante del mundo, tiene una serie de propiedades que le dan consistencia y que se caracterizan por ser las mejores del mundo mudial, entre ellas "mis crrencias"
   Otra cosa. ¿Analizamos mis creencias, como si fueran de otro?. Cualquier análisis objetivo basta para que aquello que defendemos como cierto, sin lugar a dudas, no tiene mucha base documental, no tiene mucha lógica. Si tuviese que defenderlo en un juicio, la verdad es que me encontraría en serios aprietos. Como mucho podría argüir que "siempre se ha dicho" "que está escrito en tal viejo libro", el profesor Fulano, experto en la materia dice que... y cosas parecidas, pero el hecho de que siempre se haya dicho no garantiza la verdad. Tampoco es una garantía absoluta apoyarse en la opinión de los expertos Por ejemplo,hasta que apareció Copérnico, el Sol giraba en torno a la Tierra y no sólo eso, es que la Tierra era el centro del Universo. Una gran cantidad de expertos y opiniones  defendían esta cosmovisión.
   Lo más absurdo del caso es que esta "necesidad" del ego a sentirse ofendido, hace que nuestro humor este en manos ajenas. Es como si los demás tuviesen un mando a distancia que les permite activar nuestros enfados y nuestra cólera. Nuestros estados de ánimo deberían ser regulados por nosotros, pero no, en esto de la ofensa le damos el poder a los demás, con gran satisfacción de nuestros enemigos que se pasan el día jugando con el mando a distancia que nos activa.
   El ego necesita siempre de los demás para tener fuerza y tamaño. Compararse a los demás, despreciar a los demás, atacar a los demás... apagarse a los demás le hace sentirse más ego, más fuerte...
   Pienso en los años que me quedan por "vivir", no en "sobrevivir", es decir en los que puedo ser autónomo, sin grandes dolencias, con el "ordenador" todavía funcionando razonablemente y el disco duro sin problemas de acceso a las "carpetas" y estoy convencido que es una solemne estupidez el dilapidar estos pocos años en ofenderme, en permitir que me amarguen la vida, en sufrir innecesariamente, en pleitear. Es absurdo tener "adhesiones inquebrantables" a líderes de diseño, a "maestros" de pacotilla, tener expectativas desproporcionadas, estar pendiente de la opinión de los demás antes de cualquier decisión por nimia que sea.... ¡hay tanto que vivir cada día!
   Ofenderse a mi edad es una soberana estupidez, es darle reconocimiento a quien no se lo merece y no estoy por la labor. No puedo evitar que me intenten ofender. No está en mi mano, pero SÏ puedo no sentirme ofendido, de la misma manera que no puedo impedir que llueva pero me puedo poner un impermeable...
 

8 comentarios:

  1. En internet los insultos son continuos y ubicuos ante cualquier discrepancia. No soportamos que alguien no ve las cosas como nosotros, nos irrita más que nos ofende, y ante la irritación se elimina al irritante, se le bloquea o se le responde con chanza, ironía, sarcasmo o directamente con insultos esquematizadores y ofensivos. Puede uno no ofenderse, tal vez, como eliges tú. Si lo logras, está bien. Pero hay ciertos temas políticos que levantan al energúmeno que la mayor parte de la población lleva dentro. No hay nada tan inútil como discutir. Bendito uno si logra que no le hieran. A veces no es tan fácil.

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  2. Creo que el que irrita o insulta se alimenta de nuestras reacciones.El mejor tratamiento es el desprecio, el silencio.
    No es fácil como dices, pero es posible y esa posibilidad no depende de otros está en nuestra mano.
    No se trata de reprimir a la "fiera" que llevamos dentro. La represión sólo es útil en un inicio, la solución es transcender, de la misma forma que a los largo de la vida hemos ido transcendiendo tantas cosas que en su moemto nos parecían imprescindibles y que ahora ni nos acordamos de ellas, porque hemos evolucionado.
    Más que reprimir, la clave es "observar" como un observador imparcial, como observaríamos a un tercero con el que no estamos involucrados, estar atento a las reacciones que nos provocan los insultos, críticas y burlas. Observar la llamarada interna que aparece. Con la práctica nos vamos desidentificando de esas reacciones, de nuestro ego.
    Puede parecer a primera vista que si tenemos buenos resultados vamos a ser pisoteados por lo demás, pero nada más lejos de la realidad. En su momento, si merece la pena, a la persona que nos ha ofendido se le puede argumentar sobre la necesidad de no herir, pero ya sin pasión. En cualquier caso, las personas que han transcendido este apego a su ego, son históricamente bastante admiradas...
    Un abrazo
    j

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  3. Creo que eso del impermeable en ocasiones, es la mejor opción. Una creencia que se defiende ofendiendo, es que no vale la pena. Si tiene fundamento, hay el diálogo. Si se opta por la descalificación del otro, de entrada, es porque no tiene más base que la defensa por la fuerza. Es decir...ninguna.

    Un saludo

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    1. Lo que no se puede defender con la lógica se defiende con exabruptos
      Gracias por tu comentario

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  4. Hola,
    A mi personalmente (reflexionando en su día sobre ello) lo que me molesta no es el insulto en sí, sino la intencionalidad de ofender, el pretender hacer daño, es esta intención es la que ofende, a veces no son necesarias ni palabras, una mirada es suficiente para agredir a una persona.

    Saludos.

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    1. Es verdad que la intencionalidad es muy molesta, pero ante por ejemplo, un pisotón en el metro el dolor físico es el mismo si hay intención como si no, la intencionalidad, (real o aparente) es producto de nuestra mente. Si consideramos que hay intención, entonces al dolor físico le añadimos el pegajoso dolor mental, el sufrimiento y si ha habido intención le damos al agrsor dos victorias en vez de una...
      Buen finde!

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  5. Bendita madurez...
    Echando mano del refranero español: "Más sabe el diablo por viejo que por diablo".
    Echando mano del refranero chino: "Be water, my friend" :-)

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    1. Efectivamente ... la experiencia enseña... si uno está dispuesto a aprender. ¡Personalmente he estado repitiendo curso muchos años!Un día, sin saber por qué caes en la cuenta. Pasar como creer en los Reyes Magos, (antes de Carmena). Una vez que dejas de creer ya no crees más
      Buen finde!

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