Nube y Agua

Nube y Agua
El desapego de las nubes...la humildad del agua

lunes, 14 de marzo de 2016

Contaminación lumínica



      Parece que el hombre está empeñado en llevarle la contraria a la naturaleza. Que hace frío, buscamos la forma de estar calientes. Que hace calor, pues se diseñan sistemas para estar fresquitos, (o helados en algunos grandes almacenes). Que es de noche y está oscuro, la iluminación artificial nos devuelve la luz casi como si fuera de día. Para llevarle la contraria a la naturaleza en estas cosas, nos gastamos grandes cantidades de energía y producimos un montón de gases de efecto invernadero que hace que la temperatura del planeta suba incesantemente muy por encima de los peores escenarios. Es el precio que pagaremos en su momento por el progreso.
    Si bien es cierto que el alumbrado nocturno nos hace la vida más segura y confortable, también tiene sus efectos secundarios. Uno de ellos es el conocido como contaminación lumínica. Las luces de las grandes urbes, absolutamente excesivas se reflejan en la contaminación atmosférica que cubre las ciudades, o en la humedad reinante e impide que podamos disfrutar de la majestuosidad del cielo estrellado. Pero eso no tiene -aparentemente -mayor importancia. ¿Quién mira al cielo desde una gran ciudad? No da tiempo. Hay tantas cosas que ver aquí abajo, que el espectáculo que se ha perdido ni se conoce. Antes la gente iba al pueblo de vacaciones. En el pueblo había las bombillas justas y con bstante frecuencia se iba la luz. Había muchas estrellas sobre los pueblos antes. Ahora vamos a la costa que es una gran ciudad alo largo del contorno de la orilla del mar y unos kilómetros tierra adentro. Está también iluminada como las grandes ciudades y tampoco se echa de menos el espectáculo estelar. Sólo quien navega (lejos de la costa) o se aventura por los pocos espacios oscuros que quedan por nuestra tierra o en el desierto descubre asombrado lo que hay todas la noches encima de sus cabezas.


   El progreso ha sacrificado esta visión. No parece un costo muy grande, de hecho a la vista de las ventajas, no ver el cielo no tiene la menor importancia, ¡si ni siquiera sé lo que hay ahí arriba!.
   Yo, debe ser cosa de la edad, disiento. Cuando uno mira al cielo, me refiero al que se puede ver en lugares oscuros, uno se da cuenta de lo poco que es, de la poca importancia de sus problemas a nivel cósmico. Uno se vuelve más humilde, menos presuntuoso, siente eso que se llamaba "temor de dios" que viene a ser algo así como darse cuenta el poco control que tenemos sobre nuestra vida y nuestro entorno. Volvemos a ser la motita de polvo a merced de los vientos y de alguna forma obramos en consecuencia. Nos volvemos menos codiciosos, menos petulantes, menos individualistas.
   He añadido estas fotos, porque forzando algo las condiciones se puede apreciar lo que digo sobre la contaminación y el espectáculo perdido. Corrrsponden al cúmulo abierto de las Pléyades en la constelación de Tauro que se adivina estas noches sobre nuestras cabezas y la gran nebulosa de la constelación de Orión. Las imágenes de color anaranjado son las originales, tal como aparecen en la máquina de fotos, las segundas, más presentables, han sido "cocinadas", (como las encuestas del CIS) para intentar quitar la neblina de la contaminación lumínica. Una, ( en este caso cuatro), imagen vale más que mil palabras










2 comentarios:

  1. Este peaje a la civilización, nos acabará por pasar factura luego en lo haberes y deberes. Nos perdemos el espectáculo del firmamento, que es de los mejores.

    Un saludo

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  2. Nos perderemos muchas cosas... Estamos prefiriendo el sucedáneo al original. En el caso del cielo, no sólo es un espectáculo ( o lo era), es que creo que tiene un poder transformador a poco que se sepa de astronomía y nos pone bastante en nuestro sitio
    Salu2

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