Cuando las veo volar limpiamente, en las zonas de ascendencia, a barlovento de un acantilado , con el "motor parado" debo confesar que me producen cierta envidia.
Me recuerdan a Juan Salvador Gaviota, el libro de Richard Bach, ese piloto escritor que concebia el volar como un camino espiritual.
Juan Salvador era una gaviota que buscaba la perfección en el vuelo. La perfección por la perfección y asi descubrió nuevas formas de volar más rápidas, más efectivas, que además y como premio colateral le permitían acceder a comida que sus semejantes ni se imaginaban. Pero esa búsqueda de la perfección molestaba a la mediocridad de la bandada y terminó siendo proscrito,(¡cómo se parece el mundo de las gaviotas al de los humanos!), cosa que al final no le vino nada mal. Pudo practicar sus nuevas técnicas y enseñarlas a otros miembros inquietos de la bandada, (siempre una minoría), sin tener que dar cuentas a nadie
Y es que al final, hay que ser fiel con el camino particular de cada personsaje...
ResponderEliminarUn abrazo!
Y seguirlo por muchos tropezones traspiés y caídas...
EliminarUn abrazo
j
No creo que lo que comen sea mucho peor que lo que se sirve en muchos establecimientos hosteleros. ¡Además ellas lo hacen gratis!.
ResponderEliminarRespecto a su vuelo, totalmente de acuerdo.
Un abrazo.
Sobre todo en verano en la costa
EliminarUn abrazo
j
Hermosa entrada, Unsui.
ResponderEliminarBellísimas las fotos.
Y gracias, sobre todo, por hacerme recordar ese libro maravilloso, lleno de poesía y de enseñanza superior. Si has hecho volovelismo, sin duda algo de gaviota tienes. Volar... ese sueño supremo del hombre...
Un abrazo, amigo. De nuevo, gracias.
Muchas gracias Juan Carlos.
ResponderEliminarSi, creo que algo de gaviota debo tener. Eso de volar a vela es algo casi místico
Un abrazo
j