Nube y Agua

Nube y Agua
El desapego de las nubes...la humildad del agua

jueves, 1 de diciembre de 2011

La filosofía del corcho


   Qué cosa tan humilde es un tapón de corcho.
   Durante una parte de su vida, cumple una importante misión. Evitar que se salga el vino de las botellas. Conservar sus características organolepticas. Pero un fatídico día, una especie de tornillo lo atraviesa y lo arranca traumáticamente del cuello de la botella. A partir de ese momento ya no es nadie. Bueno, como mucho vuelve otra vez a la botella, pero sólo hasta que el vino se acabe. Unas pocas horas, incluso minutos.
   Acaba en la basura, tirado por ahí, o flotando en el mar hasta que empujado por las olas llega a una playa, o tal vez a un acantilado.
   Podía quejarse, pedir una indemnización. Calla
   Pero cuando el tapón se separa de la botella, es cuando empieza la parte más larga de su vida.
   Pasa desapercibido. Su tamaño no llama la atención, ni suele ser objeto de deseo de nadie. Si está por el suelo, rueda por él  si el viento lo empuja o alguien le da una patada. No se empeña en ir a ningún lado, pero lo van moviendo. No quiere llegar el primero, pero va a muchos sitios. O no.

   Si cae al mar, flota. La botella, un objeto mucho más sofisticado, desprovista de él se suele hundir más tarde o más temprano. Pero el corcho, a merced de las olas y las corrientes, puede recorrer grandes distancias. No se opone. No lucha. Sabe que no puede y por tanto se deja llevar donde digan los elementos. Él siempre entero, sin perder su forma, sin romperse. Si choca contra algo, rebota. Su pequeña masa y su falta de ambiciones le hacen prácticamente indestructible. No se resiste
   Temporales que hacen perder barcos enormes, bien diseñados y costosos, al corcho ni le afectan. Surfea las rompientes se estampa contra el mismo acantilado que rompió el barco tantas veces como quiera el temporal y ni se inmuta. Vuelve de nuevo a flotar, cuando cesan las olas, o se queda entre las rocas hasta que llegue el temporal.No tiene prisa, ni obsesión por quedarse. Nadie le verá una mala cara.

No ser es ser de verdad
Y el mayor de los hombres es nadie...
Que diría Chuang Tzu

Mercante estampado contra Gibraltar. Demasiado grande y sofisticado...

   No puedo garantizar si los tapones de corcho son felices o no. Me falta su opinión, pero es que son muy callados, (salvo cuando abandonan la botella violentamente).
   Nosotros que estamos siempre reaccionando  contra todo lo que nos pasa,que nos empeñamos en que el mundo funcione como nosotros queremos no parece que lo seamos y muchas veces acabamos también rotos contra un acantilado

   

4 comentarios:

  1. Elocuente y bonita oda al corcho, con el que me he sentido un poco identificado. Me gusta flotar al vaivén de las olas, con pocas ambiciones, rechinando suavemente cuando me aprietan o más fuerte cuando me hieren para sacarme de mis casillas... ¡Pppb!
    De mayor aspiro a ser corcho para poder seguir a flote tras los temporales...

    Un abrazo J
    P.D. Mucho más limpio ejemplo de flotabilidad ;)

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  2. Gracias Jorge por tu comentario
    A mi ya es difícil sacarme de mis casillas. Soy cómodo y no me apetece que me desplacen ni darle el gusto al que lo intenta de que lo consiga. Les suele fastidiar bastante
    Un abrazo
    j

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  3. Tan poca cosa como parece y tan importante.

    Muy bella entrada
    Un abrazo amigo Unsui

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  4. ...Es que no ser... Es Ser de verdad... Pero mas que importante, creo que feliz. No se empeña en tener razón. En cualquier caso falta la opinión del corcho
    Muchas gracias por tu comentario XaroLa
    Bsss
    j

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