Hay días que te viene la mar de proa. Gruesa. Incómoda. El viento viene exactamente de tu destino. El barco da pantocazos, cruje, parece que se va a romper. No lo quieres ni lo buscas, pero es así. No consigues nada con quejarte. Simplemente hay que adaptarse. Procura hacer un rumbo en el que el barco sufra lo menos posible y ármate de paciencia. Navegando, viviendo, pasan estas cosas. No siempre se puede elegir el tiempo bonancible.
La vida es como una travesía oceánica que hay que navegar guste o no. El mal tiempo, aunque lo quieras evitar, hará su aparición. Te mojará. Te exigirá.Te agotará.Te hará sentir muy pequeño.Pero también te enseñará. Te servirá para que valores el tiempo bonancible, el viento por la aleta, que sin estas ceñidas no se apreciaría.
En fin, aguanta. Súbete la cremallera del traje de aguas. Trinca bien la capucha y aguanta los rociones. Es lo que hay. No lo puedes cambiar, pero si puedes cambiar tu actitud, tu forma de relacionarte con la situación.
Aunque hoy maldigas el mal tiempo... habrá días que hasta lo añorarás.... La vida, como las grandes travesías, es así, muchas ceñidas y de vez en cuando vientos largos....
Saltan rociones
A cada pantocazo
Con la mar de proa
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