Nube y Agua

Nube y Agua
El desapego de las nubes...la humildad del agua

viernes, 18 de septiembre de 2020

Silencio...


Quien a tiempo se haga amigo de la soledad, o llegue incluso a amarla, habrá adquirido una mina de oro
(Arthur Scopenhauer)

         En mis paseos veraniegos por la costa me suelo encontrar con frecuencia con gaviotas solitarias que sobre una roca, están como ausentes, mirando al mar. No se suben sobre cualquier roca. Prefieren algunas concretas, que me imagino deben tener alguna característica especial. Se pasan horas, en esa posición. De hecho diría que están meditando, (a su manera). Me recuerdan el libro de Richard Bach, "Juan Salvador Gaviota" en donde narra las vicisitudes de una gaviota atípica que lejos de conformarse con las habilidades voladoras de la gaviota media de la bandada, quiere profundizar en los conocimientos de aerodinámica, simplemente para volar mejor, para sacar todo el potencial al vuelo que tiene sin desarrollar. Para acercarse a la perfección...

          Esa actitud no es muy bien vista en su bandada, que la acaba expulsando. Pero ella sigue, solitaria experimentando, forzando más en sus vuelos y así va aumentando sus conocimientos de aerodinámica, que le permiten, como efecto secundario, poder alimentarse donde las otras gaviotas no pueden, por su nivel de vuelo. Mejor que siga hablando, es que lean el libro, una cuantas veces. Se lo pueden bajar en pdf en multitud de sitios. o ver la película.  

         El confinamiento de alguna manera me acercó, de forma involuntaria, a esa actitud solitaria y contemplativa, de lo que me rodeaba, de mi mismo, de mi historia... Cuando por fin llegó lo que absurdamente se llamó "La Nueva Normalidad" y pude "socializar", me di cuenta que en gran parte, la "bandada ya no ere mi bandada". Me sentí abrumado por esa patológica necesidad de opinar que hay ahora. Me recordaba a la escandalera de las bandadas de gaviotas que no paran de graznar, para insultarse, asustar o quejarse... Creo que era Séneca, el que ya comentaba que "el sabio habla por que tiene algo que decir y el necio, porque tiene que decir algo"

      Se opina de todo sin tener generalmente conocimiento de lo que se opina. Tal vez se basan en los titulares de los medios que escuchan o leen , (que siempre son los que dicen lo que quieren oír), o en base a lo que les "vendría bien".No se intenta comprobar la realidad de lo que han leido u oído, la única discriminación es si son o no son de los míos. En el primer caso, siempre es verdadero, en el segundo, es un error o una mentira. No estoy en contra de que la gente opine, lo que pasa es que no se distingue lo que es una opinión de lo que es un hecho. Existe una especie de "opiniorrea"

     Soy un ignorante en la mayor parte de las materias y de las que se algo, me he dado cuenta que lo que sé, es sólo una parte muy pequeña, como para hablar ex-cátedra, por lo que procuro ya reducir mis opiniones al mínimo. He hecho un inventario de temas en los que me niego a entrar en discusiones, (porque inevitablemente se acaba discutiendo). Ya no dialogo de política, religión, gestión de pandemias, homeopatía, microbiología identidad sexual, nutrición... en fin de casi nada. Tal vez sólo del tiempo, ¡del tiempo presente, claro está!

     Obviamente, me he quedado sólo, como se quedó  Juan Salvador. Mis palabras más utilizadas  en sociedad son "sí", "claro", "efectivamente "... y en general cualquier forma de asentimiento, preferiblemente las más contundentes. No se quiere aprender, dialogar, se quiere tener razón. No es que quiera que la gente que me rodea piense como yo, (¡aunque me gustaría!). Me conformo con que piensen, que tengan sentido crítico. Bueno, últimamente, también esto me da igual. Es algo que no está en mi mano y siguiendo el consejo de los estoicos, procuro centrarme en lo que sí está, en conformar mi vida a la "virtud" y ahí tengo mucho trabajo para divertirme...

      

   


 

5 comentarios:

  1. A la búsqueda de la ataraxia que tanto valoraban los estoicos y los epicúreos. Entiendo tu proceso de progresivo aislamiento en un mundo crecientemente banal, lo entiendo y lo comparto. Vivo con mis hijas, mi mujer y la suegra, pero puedo mantener algo de aislamiento respecto al mundo exterior. Apenas tengo amigos -la amistad es tan complicada- y casi nunca quedo con nadie, si acaso para hablar de libros que son mis contertulios elegidos. Con los libros encuentro la inteligencia que anhelo y no me siento solo. Me siento en un bar y me estoy dos horas leyendo abstraído. Me gusta leer en los bares. Los camareros me deben ver como un bicho raro pero debo formar parte ya del paisaje habitual cada mañana y cada tarde. Me escribo con algunas personas, prescindo totalmente de la comunicación vacía y ocasional. No consigo la ataraxia porque soy una persona bastante hipersensible. Me gusta la soledad, las caminatas por páramos desiertos y el diálogo conmigo mismo. Me ha interesado mucho tu reflexión a partir de las gaviotas. Leí ese libro hace más de treinta años, pero ahora no es fácil de encontrar en las librerías. Nuestros jóvenes tienen otras referencias, viven un mundo muy complicado, más que el nuestro y su futuro es más oscuro. Un abrazo.

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  2. A veces la soledad puede ser acompañada. Si no eres solitario ese tipo de soledad es muy desagradable. No poder comunicarse con otras personas no porque no estén, sino porque hablamos otro idioma, tenemos otra forma de entender la vida, tan diferente como la de un pez y un caballo...
    Afortunadamente estoy acostumbrado a la soledad y a la acompañada y creo que me nutre. A estas alturas de la vida se han cometido tantos errores, se han visto tantas cosas, se han gastado tantas ilusiones que los demás aportan poco, en el sentido de nutrir al alma y uno, pues tampoco es que aporte mucho. Adaptarse a lo que hay y disfrutar cada momento, por pequeño que sea, agradecer todo lo que llega aunque a veces no sea agradable o lo que uno esperaba, porque los deseos ya son muy pocos cuando lo que pasa aquí y ahora es más que suficiente.
    Un fuerte abrazo

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  3. Me ha gustado mucho esta entrada tuya. Veo que pienso como tú en muchos puntos.
    También yo soy una persona que disfruta del silencio y de la tranquilidad.
    Disfruto mucho dialogando con la naturaleza.
    Te haré caso, volveré a leer Juan Salvador Gaviota.

    Un abrazo

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  4. Ya me lo imaginaba... Con la naturaleza, no caben discusiones absurdas como en la sociedad civil, basadas en nuestra ignorancia (parcial o totla). La leyes de la naturaleza son las que son y la única opción es conocerlas (fascinante!) y adaptarse a ellas y admirar la creatividad que tiene. La soledad te permite ser más consciente de estas cosa, disfrutarlas, admirarlas y ser más humilde.
    Respecto a Juan Salvador Gaviota me lo releo de vez en cuando. Con el tiempo descubro matices, que antes se me escapaban.
    Un gran abrazo
    j

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  5. Hablamos más de lo necesario, tienes razón. Lo curioso es que te lo dice alguien que escribe en un blog titulado: opinar en estos tiempos, ¡qué ironía!. Me gusta escribir sobre aquello que para mi es importante y comento a menudo en blogs, y también he llegado a la conclusión de que lo mejor sería callarse que expresar ideas que chocan de frente con la persona a la que van dirigidas.
    Leí Juan Salvador Gaviota, por obligación en el colegio, y no lo aproveché en absoluto. Es la segunda vez en poco tiempo que sale a relucir este libro, así que lo buscaré en pdf, gracias.
    Un abrazo.

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