Nube y Agua

Nube y Agua
El desapego de las nubes...la humildad del agua

miércoles, 19 de febrero de 2020

¡No sé!


El Buda de fibra... ahí empezó todo

 Tengo la sensación, ahora en la vejez de ir comprendiendo cada vez más de qué va "todo esto" y cómo intentar gestionarlo.
   Para mí uno de los mayores "entendimientos" que he tenido últimamente ha sido"vivenciar" el verbo "TRANSCENDER". Dentro de las muchas acepciones  que tiene la RAE me gustan la 4ª ,"Estar o ir más allá de algo", pero sobre todo la 7ª " Penetrar, comprender, averiguar, ir más allá de algo".
   Recuerdo que durante una visita a un templo budista en Sri Lanka había una imagen de Buda de piedra  de dimensiones más que generosas, aunque de belleza muy discutible, pegado a una pared. En mi incultura sobre este tema, empecé a hacerle fotos desde diferentes ángulos, acercándome cada vez más. Cuando estuve muy cerca me di cuenta que la antigua estatua no era tal sino un molde realizado en fibra de vidrio y recubierto de arena. Vamos, como un decorado de película, que una vez que pasas la puerta, que transciendes la fachada resulta ser un tinglado de cartón piedra y madera que simula -perfectamente- la fachada de una antigua casa, el resto lo pone el observador-imaginador. "Que parezca qué", esa gran filosofía del engaño en el que la apariencia carece de esencia pero aún así se vende bien.
   Transcender algo es casi una "iluminación", diría yo. Lo que tomas como real, como imprescindible, es sólo fachada para cazar incautos. Es lo que se entiende por "des-ilusión". Generalmente las des-ilusiones , los des-engaños tienen mala prensa. "ha sufrido un desengaño amoroso, pobre..." y nos solidarizamos con su pena. ¡Pues no! se ha liberado de un engaño ! De un autoengaño, que son los peores. Esa persona se ha dado cuenta de que estaba sobrevalorando una relación, algo, que tenía un aspecto muy atractivo pero que en realidad no merecía tanto la pena. Es cierto que en un primer momento puede ser dramático, pero también es verdad que un buen des-engaño es liberador, posiblemente para siempre.
   Tenemos gran facilidad para auto engañarnos, (con la inestimable ayuda del neuromarketing). La felicidad siempre va a estar un poco más allá, con esa persona con la que no estoy, con ese coche que me anuncian y que circula por calles vacías, con ese chaletito, (que luego tendré que limpiar todos los días), con esos zapatos nuevos. Pero una vez conseguida la meta y pasado el fugaz momentazo hormonal, tenemos que ir tras otra fachada, según aumentan las cantidades de dopamina en nuestro cuerpo.
   En el "atardecer de la vida" en que me encuentro he sido des-ilusionado un montón de veces. Generalmente no bastan unas pocas desilusiones, siempre uno piensa que bueno, que la próxima será mejor... pero no.
   Cuanto más cosas transciendo más tranquilo me encuentro. Ya no espero nada de las personas ni de las cosas, o mejor, sé que me darán algún buen momento, pero que o bien en un plazo de tiempo más o menos corto ya no me darán la satisfacción esa que da el primer sorbo de cerveza un día de calor o bien es sólo fachada. Y si de verdad me apetece me dejo engañar, pero a sabiendas.
  ¿ Las tentaciones? Pues mire Ud. tampoco. Las tentaciones prometen una satisfacción espectacular pero no dicen nada del precio que hay que pagar después y que además suele durar mucho más que la satisfacción que ha generado. Ahora cuando me siento atraído por alguna tentación , (que todavía me pasa, más de lo que quisiera), me vienen a la mente las imágenes del día después o años después de sus consecuencias sobre mi libertad o mi dignidad... etc. y me dejan de atraer ipso facto.
   He transcendido, (bastante, pero no todo aún), mi necesidad agobiante de tener razón, con lo cual he ganado innumerables horas que perdía en discusiones, (la mayoría de ellas absurdas y/o innecesarias), en auto justificarme… ¡No vean que gusto! En las típicas discusiones sobre el pin parental, la nutrición, la política, la religión, si alguien, en un descuido, tiene la deferencia de preguntar mi opinión, me limito a contestar con un "no sé", (muy sincero). Me he dado cuenta que a la gente le importa un pimiento mi opinión, lo que quieren es reafirmarse en sus creencias, (bastante irracionales, dicho sea de paso, ¡como me pasaba también a mi!). Cuando me reprenden, pues lo acepto,  aún sin demasiado gusto, sin revolverme ofendido, como una enseñanza más  de las muchas que me quedan por descubrir sobre mí mismo.
   "Pues debe ser una vida aburrida" me dicen, cuando expongo mi descubrimiento a los más allegados, que son pocos. Puede ser. Yo  la llamaría tranquila, pacífica, feliz... y desde luego !más barata!

6 comentarios:

  1. No sé qué decir. El que sabe, no habla; y el que habla no sabe.

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  2. Al final el discutir y luchar por tener razón no vale la pena. Como mucho con los niños para evitarles daño, pero poco más.

    Un abrazo

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  3. Poco más. Cuando es el ego el que discute, la razón no funciona
    Un abrazo

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