Estamos inmersos en una zona de inestabilidad estos últimos días que está provocando gran cantidad de tormentas en toda la península.
Foto del satélite a las 1800 del 07/06/2011 obtenida de www.eltiempo.es
Desde pequeño he sentido fascinación por ellas. Su tamaño, la oscuridad de la nube en contraste con las zona soleadas, el viento previo a la lluvia intensa, los rayos y truenos, lo relativamente rápido que se disipan y dejan el cielo como si no hubiese pasado nada, con tan solo unos cirros que parecen decir "¡ahhh, yo no he sido!
Es tremenda la energía que contiene una sola célula tormentosa. Se ha estimado que puede alcanzar un valor en torno a diez bombas atómicas, del tamaño de la de Hirosima.
Los pilotos lo saben muy bien y procuran evitarlas por todos los medios. El granizo que contiene puede dañar fácilmente un avión. Se han dado casos de planeadores que han sido "absorbidos" por un cúmulo nimbo y han salido de él a 14.000 m de altura con más agujeros que un colador. Otros no han tenido tanta suerte y las violentas corrientes verticales de aire en su interior ( de 30 m/s) les han arrancado las alas. Incluso los grandes y estables reactores comerciales, pueden sufrir graves daños por estas corrientes, el granizo, o la formación de hielo en las alas, (o en las entradas de aire a los instrumentos), que además de suponer un gran aumento de peso, rompe el flujo aerodinámico en las alas perdiendo sustentación y desplomando el avión.
Personalmente tuve una pequeña experiencia "sexual" con un cúmulo nimbo, volando a vela cerca de La Granja (Segovia). Un campo de pacíficos cúmulos cerca de cuya base volaba, no me dejó ver la aproximación de una célula tormentosa. Cuando me fui a dar cuenta, algo así como una mano negra, agarró el velero hacia arriba y en menos tiempo que tardo en contarlo estaba metido en un puré de guisantes muy negro,en el que de vez en cuando se producía un flash deslumbrante por los relámpagos. Aunque la reacción inmediata fue bajar el morro y picar, el avión seguía subiendo como si le estuviesen tirando de la cola hacia arriba. El indicador de velocidad vertical media a tope. Conseguí sacar los frenos aerodinámicos, (esas aletas que salen más o menos verticalmente del centro de las alas y que sirven para aumentar la velocidad de descenso del avión) y a los pocos segundos me desplomaba por fin por debajo de la nube.
Sentándome en la cabina del LS4 D-4955
Toda esta historia no debió durar mucho más de dos minutos, pero durante ese tiempo la nube me introdujo al menos 300 m en altura dentro de ella. El miedo que no me dio tiempo a tener en el momento álgido, me entró en cuanto salí de la nube y no perdí mucho tiempo en aterrizar.
Tuve suerte porque la célula no ere muy grande.
En la mar las tormentas se ven venir con muchas anticipación y da tiempo a preparar el barco para capear el corto temporal que se forma. Los rayos, que aparentemente suponen un gran peligro, por razones que no acabo de entender no suelen caer en los barcos y si, cosa rara caen, el palo está conectado por una madeja de cable a la orza, por lo que la electricidad pasa al mar y no causa daños... a no ser que la conexión no sea buena... y entonces...
Como duran poco tiempo, (¡que se puede hacer muy largo!), aunque el viento llegue a los 50 nudos, no se suele formar una ola importante
El día empieza así, con nubes tempraneras a diferentes niveles,signo de inestabilidad (aire relativamente frío en altura).
sube con muchas ganas y se forman los cúmulos "congestus" (el nombre lo dice todo), como el de arriba.
El aire, sigue subiendo, (expandiéndose y enfriándose), hasta que iguala su temperatura con la del entorno y no puede subir más. Es como si hubiese llegado a un techo invisible. las aportaciones de aire caliente que vienen por debajo tiene que alojarse a lo ancho y no a lo alto y se forma el cúmulo nimbo. Si hay viento en altura, a sotavento se forma un penacho, (en el de arriba se empieza a formar a la derecha).
Así, de lejos, parece pacífico, como si no hubiese roto un plato en su vida, pero dentro hay un bulle, bulle...
Corrientes de aire verticales hacia arriba y hacia abajo, gotas de agua que chocan entre sí y alcanzan un tamaño que no las permite mantenerse y tienden a caer, (arrastrando con ellas el aire de la vecindad), granizo de tamaño respetable, temperaturas bajo cero... Vamos un ambiente algo hostil
En 1959 un piloto militar norteamericano, (el Tte. Coronel Willian Rankin), tuvo la mala suerte de tenerse que eyectar por encima de una criatura de éstas a 16.000 m, porque se le paró el motor de su avión y no había otra opción mejor. Colgado de su paracaidas resistió temperaturas de 50º bajo cero, pedradas de granizo y la hipoxia correspondiente. Después de cuarenta y cinco minutos llegó al suelo, en estado lamentable, pero sobrevivió
Debajo del "yunque", todavía hay suficiente inestabilidad para que se formen cúmulos (que pueden llegar a esconder la célula principal, como me pasó a mi)
Una nueva fuente de energía ha hecho aparecer otro cúmulo congestus, que luego dará lugar a otra célula
Las gotas son muy grandes como para seguir volando y se precipitan al suelo en un chaparrón localizado. El aire que arrastran las gotas verticalmente al llegar al suelo sólo le queda la opción seguir horizontalmente a ras del suelo y de forma radial desde el chaparrón. Es el vendaval que se forma antes de la llegada de la lluvia y que se conoce como "primera racha"
Ya llueve menos
Entre las nubes, el sol
¡Y hasta el arco iris!
Después de leer esto no se si, el jueves, voy a tener valor de montarme en el avión.
ResponderEliminarPor cierto hacía muchísimo tiempo que no veía un arco iris y esta tarde al asomarme a la ventana...
Un abrazo,"J".
Tranquilo Ángel que no pasa nada. Ten en cuenta que los pilotos, van delante...
ResponderEliminarUn abrazo y buen viaje.