Safari fotográfico en busca de gotas de lluvia

   Aunque el calendario hace maravillas para impedir que la Semana Santa no caiga cada año en la misma fecha y así engañar a  las borrascas  e impedir que esos días de fervor religioso y sobre todo automovilístico no sean pasados por agua, no hay manera. Siempre llueve.
   Las borrascas, parecen tener una cierta capacidad para leer -y entender- el calendario, de forma que se presentan inevitablemente, a la hora adecuada, (otra habilidad: ¡Son capaces de leer los programas de las cofradías y saber la hora!), de forma que impiden la procesión.
   Esta es la parte negativa. La parte positiva, es que tras el paso se un chubasco, todo se queda impregnado de gotas de lluvia. Sí, ya sé, es algo ordinario. Hay cientos de miles , ¡de millones!. Pero cuando se las observa de cerca ¡son preciosas! Pasear por el campo después de un aguacero tiene un encanto especial. el chubasco que se aleja, muy negro, si hay suerte y el sol está donde corresponde, puede haber hasta un arco iris. El silencio sólo lo interrumpe el canto de los pájaros,(que a lo mejor,están jurando en arameo porque se les ha inundado el nido, pero como no los entiendo, queda muy bien como efecto sonoro). Y sobre las hojas, en las flores, colgando de las ramas,incluso en los cristales, las gotas, los recuerdos que nos deja el aguacero, sacando partido a su índice de refracción, juegan con los rayos de luz y los vuelven locos.
   Y todo esto, sin necesidad de meterse uno en un atasco.

Cae un aguacero

En los cristales limpios

Gotas de lluvia

Se va la nube

Cómo brillan las gotas

¡Y que silencio!

Pasó la lluvia.

El trino de las aves.

Sólo se oye eso