Dicen que había un templo zen que era famoso por su jardín. Ante la visita de un alto funcionario,atraído por la fama de la belleza del jardín, un joven monje se pasó largo tiempo arreglándolo. Lo dejó "niquelao".Muy orgulloso de como había quedado se lo enseño, ufano, a un anciano monje.
- Muy bien,muy bien le dijo.Solo falta un pequeño detalle.
Ante la cara de pasmo del joven monje tomó el rastrillo y lo revolvió todo dejándolo impresentable...
A falta de anciano monje tengo a mano una perra que espera que rastrille el jardín para revolcarse en él.
Antes me enfadaba con ella. Ahora le hago tres postraciones a la venerable perra que me enseña lo que es la impermanencia,a no apegarme a lo que haga, a no ser orgulloso ... y a que la entropía del universo, es decir,el grado de desorden, tiende a aumentar.Cosas de la termodinámica
buenísimo !!!!
ResponderEliminarme encanta esta conducta tan perruna...,
como va a saber ella lo que es un jardín zen; o el esfuerzo en rastrillar las hojas caidas
hasta formar un montoncito... ella se revuelca y FELIZ !!!
Claro!
ResponderEliminarElla hace lo que está en su naturaleza.
En nuestra naturaleza debe estar asumir que ellos tienen esa naturaleza!
Buen finde!
Por cierto me encantan tus fotos, no sólo por lo que se ve, sobre todo por la forma de buscarlas
Bss
j
¿Tiene tu perra la naturaleza de Budha?
ResponderEliminarUn abrazo.
Mu!!
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