En el budismo se habla de los cinco agregados que componen eso que llamamos "yo": la forma, entendida como materia, como órganos sensoriales; la sensación, que es la impresión que produce la forma cuando entra en contacto con el correspondiente órgano sensorial; la percepción, que viene a ser algo así como la identificación de la sensación en la base de datos de sensaciones, que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida; las formaciones mentales derivadas de la percepción, pensamientos, proyectos, recuerdos, emociones... y la conciencia que es consciente de todo ésto.
O sea que "yo" en definitiva es algo que se ha ido creando, (y que se va modificando a lo largo de la vida), que posiblemente no tenga más entidad que la que tiene un super-héroe de un programa de juego de ordenador. Aún así hay una diferencia fundamental. Cuando jugamos el juego de ordenador, sabemos, que a pesar de los escenarios tan reales, de los impresionantes efectos especiales, ese personaje, NO SOY YO. Pero en la vida normal el "yo" si toma el poder y hace que pensemos que esa creación virtual es real y que no hay otra.
En el "nivel" en que nos movemos por ésto que llamamos mundo, (y que debe ser otra creación virtual, semejante al escenario del juego de ordenador) el "yo" tiene su razón de ser. Lo malo, es que al contrario de lo que pasa cuando jugamos al ordenador, ese personaje virtual toma el mando y "nos maneja" en ese entorno virtual haciéndonos creer que todo es real. Es algo así como si desde los albores de nuestra conciencia hubiésemos estado conectados ininterrumpidamente a un ordenador donde se ejecuta permanentemente el juego de "nuestra vida". O como el personaje que vive un sueño. En una palabra : "MATRIX".
El gran problema, es que la identificación con ese yo virtual nos genera el sufrimiento, en diferentes grados, intensidades y formas. También es verdad que el "yo" nos produce buenos momentos, pero siempre existe el miedo a la pérdida, siempre llega un momento en que lo conseguido ya no nos llama la atención y tenemos que buscar algo diferente...
Siempre existe el miedo, (que procuramos ocultar), a que "alguien" desenchufe el ordenador y todo el escenario y el que lo vive se vayan a tomar viento... es decir la muerte, (que visto lo visto, parece que es inevitable). Eso también produce sufrimiento.
Además como cada "yo" considera como prioritarias sus necesidades, por pequeñas y absurdas que sean, frente a las de los demás, se monta otro sufrimiento a base de competencia, putadas, ansias de poder, bancos, políticos, guerras...etc.
Cada vez voy sintiendo con más frecuencia que la solución no es destruir ese "yo" farsante. No se debe excluir NADA. Todo lo que es, ES, incluyendo al "yo" que produce tantos trastornos. Aunque más que el "yo" lo que nos produce trastornos es que él tome el mando y nos identifiquemos con él.
Posiblemente no haya que luchar contra el "yo", si no más bien desenmascararlo. Cuando se le ilumina pierde mucho poder y queda en lo que básicamente es, una construcción mental que como un virus informático domina "nuestro software". Siempre procura actuar en la sombra, disfrazado, por lo que lo mejor que se puede hacer para anularlo es detectarlo.
Es un aparato de medición -inmaterial- que está basado en una propiedad muy curiosa: Tenemos una gran sensibilidad y agudeza en detectar lo egos, (y los defectos), de los demás. Aquello de ver la paja en el ojo ajeno... ¿recuerdan?
Basado en esa capacidad está su funcionamiento. Se trata de no identificarnos con nuestros pensamientos, emociones, proyectos recuerdos...etc. Considerarlos como si fuesen de otro (y si es posible de otro que nos caiga mal, que entonces la sensibilidad del instrumento mejora un montón).
Eso de desidentificarse, al principio no es fácil, pero como todo es cuestión de insistir. Es fundamental también "estar presente", desconectar el "modo automático" en que nos movemos por el mundo lo más frecuentemente posible... y darse cuenta.
- Darse cuenta de la frecuencia de veces que al cabo del día surgen pensamientos y frases que empiezan por "yo"
- Darse cuenta de la importancia y cantidad de cosas que decimos que ·"no podemos soportar" o que nos sacan de nuestras casillas. Es conveniente tomar nota de los ataques de ira que se producen y analizar su origen.
- Es importante ser consciente de las veces que al cabo del día juzgamos a los demás.
- Darse cuenta de la cantidad de deseos, (inaplazables), que nos surgen al cabo del día y observar como racionalizamos nuestros caprichos.
- Identificar ante cualquier idea o proyecto que se nos ocurra, quién sale beneficiado (y por qué).
- Darse cuenta de las veces que criticamos a los demás.
- Darse cuenta de las veces que echamos al "resto del mundo" la culpa de nuestros fracasos.
- Darse cuenta de las veces que nos quejamos de algo o de alguien.
- Darse cuenta de lo que nos gusta tener razón en una discusión y tener la última palabra.
- Darse cuenta de lo que nos gusta tener razón en una discusión y tener la última palabra.
- Darse cuenta de lo apegados que estamos a lo que nos complace o nos hace sentirnos importantes y valorados.
- Darse cuenta del sentimiento de huida y desprecio a lo que no nos beneficia ni nos da prestigio
- Darse cuenta de las veces que se siente miedo.
- Darse cuenta de las veces que intentamos manipular a los demás en beneficio propio
- Darse cuenta de la forma en que reaccionamos ante el halago y al insulto.
- Darse cuenta de las facturas que pasamos a los demás de forma tácita cuando hacemos un favor.
- Darse cuenta de las veces que nos sentimos superiores (o inferiores a los demás).
- Darse cuenta de quién esta detrás de una actitud aparentemente espiritual y para qué.
Aplicarse el Egómetro todos los días nos va a permitir redescubrirnos y ver hasta que punto es el ego el que maneja, sin darnos cuenta nuestras vidas. A veces puede resultar desagradable mirarse de esa forma al espejo, ¡con la buena imagen que tenemos de nosotros mismos! Pero conviene recordar que es la identificación con ese ego anhelante, que se cree perfecto e indestructible lo que nos lleva a sufrir en mayor o menos grado de forma casi permanente. Cuanto antes lo desenmascaremos mejor, pero bueno, cada uno, es cada uno.
Se puede aplicar a los demás. Funciona mucho mejor, es tremendamente divertido y gratificante, descubrir el egoismo de los demás y sus errores y defectos... pero sirve de poco, no los vamos a cambiar, aunque conviene recoerdar que por "proyección" aplicamos a los demás lo que no queremos ver en nosotros. Lo interesante es aplicarlo en nosotros, (como si fuesemos otro). Debilitar nuestro ego, dulcificar nuestro carácter.
Si persistimos, hasta el "exterior" irá poco a poco cambiando -a mejor- y quien sabe, a lo mejor algún día nuestra percepción cambia lo suficiente para comprender que no hay ni tú ni yo ni lo otro tal como lo vemos ahora. Quizás algo así como encontrar de repente las vacas en la siguiente imagen
- Darse cuenta de quién esta detrás de una actitud aparentemente espiritual y para qué.
Aplicarse el Egómetro todos los días nos va a permitir redescubrirnos y ver hasta que punto es el ego el que maneja, sin darnos cuenta nuestras vidas. A veces puede resultar desagradable mirarse de esa forma al espejo, ¡con la buena imagen que tenemos de nosotros mismos! Pero conviene recordar que es la identificación con ese ego anhelante, que se cree perfecto e indestructible lo que nos lleva a sufrir en mayor o menos grado de forma casi permanente. Cuanto antes lo desenmascaremos mejor, pero bueno, cada uno, es cada uno.
Se puede aplicar a los demás. Funciona mucho mejor, es tremendamente divertido y gratificante, descubrir el egoismo de los demás y sus errores y defectos... pero sirve de poco, no los vamos a cambiar, aunque conviene recoerdar que por "proyección" aplicamos a los demás lo que no queremos ver en nosotros. Lo interesante es aplicarlo en nosotros, (como si fuesemos otro). Debilitar nuestro ego, dulcificar nuestro carácter.
Si persistimos, hasta el "exterior" irá poco a poco cambiando -a mejor- y quien sabe, a lo mejor algún día nuestra percepción cambia lo suficiente para comprender que no hay ni tú ni yo ni lo otro tal como lo vemos ahora. Quizás algo así como encontrar de repente las vacas en la siguiente imagen
Que bueno!
ResponderEliminarEl que piensa es el yo, el ego. El que habla, el que lee y el que escribe. Por que el pensamiento está hecho de palabras, de conceptos.De fuera adentro o al reves. Entonces el ego debió de surgir con el lenguaje y además hubo de ser necesario hace nosecuantosmil años, para la supervivencia. Luego, como tu dices, no se puede eliminar, aunque no exista, es algo virtual, pero indestructible, está en el cerebro. Lo que podemos hacer es taparle la boca. Cada vez que hable. Dandonos cuenta, como tu dices. ¿tantas vacas como skandas? Gassho.
Gracias Marcos
ResponderEliminarBueno yo no había nacido en esa época pero creo que fue así como dices...
Respecto a las vacas, la respuesta es correcta!
Un abrazo
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