Días de anticiclón. Sin pizca de viento, ni la más mínima ola que agite, el ya de por sí , tranquilo Mar Menor. Sólo de vez en cuando asoma la cabeza de un pollo de cormorán, que asustado, se vuelve a zambullir. Y el silencio, ese gran silencio que sólo se escucha en medio de la mar los días de calma, cuando hasta las poleas y la jarcia enmudecen
Un gran silencio.
El cormorán de nuevo
se sumerge
Hermoso momento el que describes, querido j.
ResponderEliminarY el haiku perfecto que lo encierra.
Me ha gustado mucho cómo haces sentir ese silencio.
Quizás una lejana campana hubiera puesto una nota casi sagrada a esa paz, a propósito de tu visita a mi humilde blog, ¿no te parece?
Gracias, amigo, y llegue mi afectuoso abrazo desde esta Córdoba argentina.
Muchas gracias amigo!
EliminarUn silencio realmente escandaloso y agradable.
Efectivamente ...una campana no hubiese desentonado.Incluso su sonido habría resaltado aún más el slencio
Esa quietud del aire, que se niega a soplar, pero que aún así, nos acompaña.
ResponderEliminarUn abrazo.
Navegar en un velero sin aire es en principio un contrasentido (desesperante). Pero en estos casos se perdona la indolencia de Eolo...
EliminarUn abrazo y buen finde!
j
¡Cómo me gustaría vivie esa sensación en el mar! Yo soy de tierra y el mar me llena de zozobra, pero envidio a los que sois de mar y lo sentís como describes.
ResponderEliminarEl mar, el de verdad, llena de zozobra hasta a los que nos apasiona, cuando te recuerdo quién eres tú y quién es el, pero creo que es un ingrediente fundamental para apasionarse por él
ResponderEliminarUn abrazo y buen finde!
j